viernes, 12 de diciembre de 2008

El adiós imposible.

Cuatro hechizeros, a golpe de armonía, queriendo despedirse para siempre. Cuatro milagros, a dos pasos del fin, reinventando una vez más la música del Siglo XX. Cuatro átomos, a punto de explotar, expandiéndose a través del universo. Antes de convertirse en perros de la lluvia, se forja Abbey Road como un caleidoscopio de todo lo vivido. Como una obra total, todavía unitaria, rellena de canciones que trascienden al adiós inminente. Atrás quedan la histeria colectiva, la psicodelia alucinógena, la revolución de las flores, la búsqueda de la paz y de la sabiduría. Casi todo se olvida, pero sobrevive y se engrandece lo creado.

Desde el paso de cebra de Abbey Road, en un viejo vinilo, los Beatles asoman para deslumbrarnos. La sombra creada los devorará, incluso a ellos mismos, en la soledad posterior sigue quedando talento pero es menor el hechizo. John, Paul, George y Ringo, el puzzle perfecto, que trascendió y trasciende a la separación, como el más puro de los milagros.